Los buenos momentos...
Hace tiempo cayó sobre mi pecho, alma y
corazón, el peso de tu despedida. Qué sensación más rara, me invadió al
despertar, luego me invadieron las lágrimas, y me hice la fuerte. Pero el vacío
que me provoco esa sensación me hacía sentir que algo dentro me pesaba tanto
que no me permitía respirar.
Si bien todo el tiempo tuve conciencia de
nuestra carrera contra el reloj, de nuestra fecha de vencimiento y de la poca
amable sensación de pérdida que se me vendría encima (más que de ganancia por
todo lo que vivimos) y estaba esperando el momento de volver cada uno a su
camino, nunca imaginar es tan real como sentir.
Hacia años según yo, te solté con amor, como
nunca, jamás de los jamases en mi vida, había soltado algo, ni un lugar, ni una
persona, ni alguna situación. Sin ego, naturalmente con ganas de más, con
preguntas, con miles de preguntas, con desesperanza, pero con transparencia y
con el corazón hecho pedazos y llena de dolor.
Porque gracias a ti. Fui descaradamente
feliz. Despertaste emociones que no sabía que tenía. Me arrastraste a ser como
no sabía que era. Me desafiaste la mente y el corazón. Tú me mostraste cosas en
mi al mismo tiempo que me di permiso de abrazarme a todo eso que me gustó de
ti.
Ahora años después y quiero pensar que con
mucha más madurez que en ese entonces, veo todo de diferente manera, porque
nunca me había pasado, pienso ahora. Porque nada de lo que me pasó contigo me
había pasado. Dejarme sentir como sentí,
A pesar de que todos estos días Dios nos ha
regalado hermosos días soleados, para mi aun así han sido días grises. Y he
tratado de todas las formas de sonreír por lo que fue, pero mi mente romántica
fantasea con que necesites desafiar el tiempo y la distancia por mí. Que lo
quieras intentar. Sentir que fue tan mágico y soy tan espectacular y diferente
a todas las demás para ti que vale la pena intentar ver qué. Y no es porque soy
una romántica idealista de mierda y siempre quiero que el amor deshaga los
imposibles. Es porque creo que años después y con la madurez y experiencias
adquiridas en estos años todo puede ser diferente y puede funcionar.
Y pase lo que pase solo me digo a mi misma
que todo ha valido la pena, porque fueron días increíbles. Yo gané, por más que
hoy sienta que perdí (a ti y a lo que fui contigo y sentí por ti), gané. Gane
el amor que creí jamás conocería. Gané en saberme y dejarme ser un mar de
ternura. Gané en darme permiso de sentir. Gané al abrir, de par en par, mi
corazón. Gané al seguir sintiendo y regalándote sentimientos muy a pesar de mi
miedo a perderte. Gané al dejarme abrazar por tu alma. Gané al amarte. Gané al
ganarle a mi miedo, a mis inseguridades y a los conceptos errados que tenía de
mi misma. Gané teniéndote a ti. Gané dejando que me tuvieras a mí tal cual soy.
Como nunca nadie me ha tenido, como nunca nadie me tendrá.
Por años de entregar poquitos de mí y con
mucha reserva y celo. Donde me paralizaba mi lógica. Donde me mostré fría e insensible.
Donde no me dejé conocer porque no fluían las cosas o me aburría, y esperando
siempre un final prematuro. Donde siempre estuve a la defensiva y sobre todo
incrédula de ellos, de sus sentimientos, de sus piropos, de sus palabras porque
es más fácil no creer. Hoy años después, gracias a ti, se con certeza que no me
entregaba, y que todos ellos fueron pasos en falso que me acercaron a ti para
que me trajeras a ese momento de mi misma.
Así que sí, gané, desde el día que te conocí.
Y con el pasar de los días, con tu sonrisa al verme, con tus ojos verdes
mirándome fijamente retando mis siempre esquivos sentimientos y con tus
palabras siempre tan bien medidas, acertadas y tan maduras, recorde cuando me dijiste que te
gustaba y que, pretendías salir conmigo, derribar mis murallas, y amarme, y yo
simplemente sonreí; porque ya estaba enamorada de ti.
Y todos estos años, día a día asumí el costo
de los buenos momentos que tuvimos: extrañarte hoy…
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